lunes, 19 de julio de 2010

Saber perder

Ayer me pasó algo muy curioso, feliz de la vida, estaba jugando monopolio con mi esposo, pero esa felicidad comenzó a desvanecerse cuando él estaba dominando el juego, al menos eso pensaba yo. Mi capital se había agotado, pero tenía propiedades y casas, que bien hubiera podido negociar o hipotecar para mantenerme a flote, las condiciones pueden variar hasta el último momento.

Yo no lo vi de esa manera, en mi cabeza rondaba la idea de que ya estaba perdida y que no había nada que hacer para cambiarlo, así que como una niña cualquiera desbaraté el juego. No lo puedo creer, desbaraté el juego y casi me pongo a llorar.

Gracias a eso me puso a analizar que cuando comenzamos un proyecto o simplemente un juego debemos tener en cuenta que así como podemos ganar también podemos perder. Y es tan fácil decirlo, pero resulta que no fue precisamente de esa manera que lo puse en práctica.

Me di cuenta que al ver una competencia con ganadores y perdedores, soy de las que piensan en los que no están celebrando, comparto con ellos sus caras de incrédulos ante la situación de que estando tan cerca de la gloria descubren que otro fue mejor que ellos.

Pero he visto que muchos mantienen su dignidad, veo como ganador y perdedor se dan la mano y reconocen el juego del otro, el tiempo brindado, el esfuerzo agotado. Hasta llegar a la conclusión que los verdaderos perdedores son aquellos que nunca se atrevieron o aquellos que simplemente se rindieron. Estos pierden la mejor oportunidad: la de jugar.



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