miércoles, 10 de agosto de 2011

A 30 días de mis 30 años

Siempre que se acerca mi cumpleaños comienzo a informarles a cada uno de mis familares, amigos y conocidos que pronto estaría celebrando otro año más de vida.

Que sorpresa me he llevado este año que recién ahora me acuerdo que estoy a ley de 30 días para entrar en los TA. (dígase treinTA, cuarenTA, cincuenTA, etc) Mis 30 años, lo pienso y yo misma no me lo creo. La mayoría de mis conocidos me dicen que parezco de 25, y yo misma llegué a confundirme una vez.

En fin, se me ocurrió hacer una lista de cosas para terminar antes del 10 de Septiembre. 

Proyecto día 10 de Agosto: OrganizarME.




Creo que he visto muchas películas


Vi este edificio en NY, y solo imaginé asomarme por una de esas ventanas para ver al amor de mi vida dedicándome una serenata.
Estoy romántica hoy!

Alfonsina y el mundo de los sueños.


Parada frente al mar y vestida con una túnica blanca, Alfonsina, veía como esa ola gigante en pocos segundos arrasaría con todo lo que encontrase a su paso…un segundo, dos segundos…el miedo la invade y el frío le recorre la espina dorsal, observa y se percata de que no hay ningún lugar al cual correr, ningún objeto al cual aferrarse.

Pero en el último instante, siente como sus pies se despegan del suelo bruscamente, una fuerza vertical la eleva hacia el cielo, y flota…si, flota, y se estremece.

-Despierta Alfonsina –le susurró su hermana, mientras la sacudía tiernamente. –has tenido una pesadilla.

Sudorosa y con el corazón desbocado le responde: - Algo importante va a ocurrir, algo que marcará mi vida, mis sueños jamás se han equivocado, las olas han sido el aviso.

Desde muy pequeña soñaba, tanto así que la mayoría de veces no sabía si dormía o si vivía. Amaba el realismo de sus sueños y muchas veces lloraba por no poder quedarse en ellos. También les temía, porque en ellos le avisaban cada evento importante que movía su vida, y no fallaban. 

Las olas eran parte de sus sueños temidos, informaban un importante suceso a punto de pasar. En el sueño podía cambiar el escenario, la gente, el vestido, pero tenían en común esa ola gigante que amenazaba con ahogarla.