sábado, 30 de octubre de 2010

Los Ancianos


Están en el ocaso de sus vidas, ya no tienen las mismas fuerzas que antes, algunos necesitan que sus hijos les devuelvan el cuidado que una vez recibieron.

Los miro y en sus ojos se refleja el eco de todos aquellos paisajes vistos.

Los escucho y cada anécdota es un poema a la vida, percatándome de que la mayoría de las veces les duele más el no haber hecho, a haberse equivocado. En este último caso, al menos les hubiese quedado la experiencia.

Los huelo y recuerdo tantas cosas de mi infancia, huelen a mentol, a naftalina, a talco, a perfumes, a abuelitos/as, a vainilla... a sabiduría.

Los toco y cada pliegue denota un amor, una herida, tal vez una historia inconclusa...

Qué maravilloso encerrar en una sola piel tantos años vividos!

Amo los viejitos!!!







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