jueves, 19 de septiembre de 2013

It's a boy

Mi vida es un conjunto de sorpresas que se desatan en cualquier momento. Como la mayoría de las cosas que me suceden esta hermosa noticia ha llegado cuando menos lo esperaba.

Había tomado la decisión de ponerme en forma, me puse en manos de instructores de renombre y estaba siguiendo el entrenamiento al pie de la letra, no faltaba un día al gimnasio ni me saltaba o cambiaba una de las comidas. En realidad lo hacía tanto por belleza como por salud. Ustedes saben que las condiciones de una mujer en la década de los treinta no es comparable con una chica en sus veinte.

Ya había formado un hábito, dicen que es dificil cambiar una actividad que realizes consecutivamente por más de 21 días y ya yo pasaba por mucho ese tiempo. Los resultados eran visibles, mi estómago se veía tonificado y mi cuerpo más proporcionado. Sin embargo todas las mujeres de la familia con las que me encontraba me decían: "tienes cara de estar esperando bebé", yo me reía y no ponía asunto al tema.

De tanto repetirme lo mismo, comencé a preocuparme, porque levantaba mucho peso y el entrenamiento era fuerte, así que decidí comprar una prueba de farmacia. Cuando llegué a la casa la hice inmediatamente, esperé los cinco minutos, ví el resultado y como autómata la eché a la basura, es que habían sido tantas veces negativos que descarté que fuera cierto. Seguido me fui a proseguir mis labores, cuando estaba super concentrada en lo que hacía me di cuenta de que, en realidad, no me fijé en el resultado y regresé a buscar la prueba en el zafacón: dos rayitas rosadas, aunque una era muy leve pero seguían siendo dos.

Oh oh! Embarazada, si, al otro día un análisis de sangre que dio como resultado POSITIVO. Estaba de 5 semanas. O sea que me enteré super temprano. Allí cambié mi proteina por similac mamá, mis multivitamínicos por Natele, mi omega 6 por ácido fólico, el gimnasio por yoga prenatal, y así. 

Ya de esta noticia hacen varios meses, de hecho ya sabemos que será un niño. Y ya perfilo que será el comienzo de una gran etapa. Ahora entiendo cuando le pregunté al Maestro Constantino en una de sus visitas al país: "Maestro, qué puedo hacer para abrir mi corazón?" "Por qué no tienes niños?" me contestó.



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